¡Isidro Casanova y su Estación!!!
“Viene la carbonera enlutada pintando con humo el viento”; en el decir de nuestro vecino, poeta músico y cantor, Don Oscar “Pelusa” Gómez; cruzando los fértiles campos de nuestra llanura provincial. Desde las cercanías de la capital en el recientemente creado partido de Avellaneda, antigua Barracas al Sud. Comenzando en su “punta de rieles” en lo que hoy conocemos como Puente Alsina y en una primera etapa inaugural llegando hasta la estación San Sebastían, partido de Chivilcoy, distante un centenar de kilómetros al sud oeste.
La nueva línea férrea de trocha angosta (1000 mm., medida tomada entre el interior de los rieles), ahora de capitales ingleses, llamada al final “BUENOS AIRES MIDLAND RAILWAY COMPANY” o “FERROCARRIL MIDLAND DE BUENOS AIRES”, nombrada así por Don ENRIQUE LAVALLE, su primer concesionario que le había impuesto oficialmente: Ferro Carril Central de Buenos Aires. Luego tendría que cambiarlo porque ya existía una compañía de los Hermanos Lacroze con ese nombre. Por eso lo denominó MIDLAND, traducido como tierra media o del centro. La que quedaría inscripta bajo jurisdicción legal de la provincia de Buenos Aires.
La historia de los pueblos que luego serán ciudades, gira casi siempre, en torno al advenimiento del ferrocarril y su estación como factor de progreso, incrementando transformaciones que se traducirán en poblamientos estables, más de las veces, y su consecuente desarrollo social, económico, industrial y comercial. Nuestro ferrocarril a lo largo de los años y los avatares políticos, nacionalización incluida, cambió varias veces de denominación.
El que ve favorecido sus negocios por los hornos ladrilleros, las numerosas haciendas que las chacras y estancias de la zona producen. Serán transportadas con destino tanto nacional como internacional. Miles de toneladas de materiales, ganado en pie y alimentos, además de pasajeros, trasladando a estas tierras por entonces casi desoladas, la materia indispensable que transforma el progreso.
La importancia de esta línea, llamada “ramal M” estuvo dada por la urgente necesidad de acarrear y abastecer al sud y oeste de nuestra provincia, de diversas mercaderías, gracias al régimen de intercambio con el F. C. Sud y el F. C. Oeste y más tarde con el F. C. Nac. Provincial de Bs. As. En la estación Ingeniero De Madrid, (su traza corre entre estas tres compañías), con sus 46 estaciones, en su mejor época y sus 518 kilómetros de extensión.
Para lograr su cometido, la “Cinta de plata” debía atravesar diversas posesiones en todo su recorrido, las tierras fiscales no enajenadas y la de los propietarios de las mismas. Para este fin, el flamante industrial, vecino y pionero, dueño de la fábrica de hilados de seda, Don Isidro Casanova, español de origen que había comprado tierras sobre la traza proyectada del ferrocarril, dona el espacio y una importante suma de dinero a la compañía inglesa para construir la estación.
Esta empresa en su segunda etapa constructiva de expansión estaba administrada por sus hermanas mayores, el F. C. S. y el F. C. O. porque su antiguo concesionario declaro problemas financieros. Este pequeño ferrocarril encarga los trabajos a los hermanos Hume, los mayores contratistas de obras del país, por ese entonces, e instituye el nombre de Isidro Casanova, como era costumbre en esa época, la que comenzará sus servicios de pasajeros el 15 de mayo de 1911, también hizo lo propio con Río Matanza; luego llamada Aldo Bonzi; y Rafael Castillo, el mismo día. Para la época el pueblo estaba creciendo y ya se habían producido ventas de parcelas por cuenta de Don Isidro. En la tercera década del siglo XX, se produce otro gran loteo sobre “Las lomas de San Justo”, el que con un atractivo método propagandístico ofrecía una cantidad de ladrillos a cada comprador para construir su vivienda. Así nacía nuestro pueblo, con sus calles principales de tierra y en forma de damero, en dirección a las vías, que corrían y corren en trinchera.
El acontecimiento social por excelencia por aquellos años pioneros era “La vuelta del perro” por la estación y sus aledaños esperando los trenes ascendentes y descendentes que constituían un motivo para pasear, conversar, hacer sociales a la espera de familiares o amigos o a encontrarse con el “festejante” de turno, o ver pasar a los turistas en tránsito a la laguna de Epecuén, Carhué, término de la línea en el partido de Adolfo Alsina. Y más cercano en el tiempo al apeadero de las piletas de “La Salada” con sus barros y aguas salitrosas en el territorio matancero.
El servicio ferroviario ofrecía, telégrafo, correo, encomiendas y un tren lechero con capacidad por vagón de 234 recipientes de 50 kg c/u en el piso y 52 de 25 kg en los estantes. Que partiendo de “González Risos” partido de Navarro, pasando por Casanova descargaba los consabidos “tarros” en carros guiados por algunos vecinos, los que harían el reparto diario del blanco sustento.( ver imagen)
Muchos cambios hubo en la empresa y en los ferrocarriles en general, desde los comienzos del material tractivo a carbón, sobre todo, en el período entre guerras, por la competencia carretera y el avión que obligaron a las compañías a incorporar nuevas tecnologías con la insipiente dieselización.
En nuestra línea corrieron las nuevas unidades motrices por los años 30, las unidades motrices SENTINEL CAMMELL para el circuito local hasta Libertad, a vapor y los recordados BIRMINGHAN GARDNER mucho más livianos y ágiles que sus predecesores. Algunos incorporaban primera y segunda clase, servicio de buffet, etc.(ver imagen)
En particular en nuestra estación, fuimos testigos de muchos cambios a lo largo del tiempo. En cuánto a lo edilicio, la sala de damas, se convirtió en boletería, los bajos andenes; los de la puntualidad horaria; dieron paso a estas altas y “orientales” estructuras, el puente peatonal sobre las vías, la boletera automática, el cerco perimetral, las desaparecidas vías de maniobras, el galpón para el carbón y el cobertizo para los cereales, donde vagones tolva, descargaban la dorada semilla que era transportada por cintas bajo tierra hasta el molino harinero, del paso de jefes, empleados, operarios señaleros, guarda barreras y sus familias que transitaros sus instalaciones, el cambio del molino de viento, tan característico, el recordado y talado ombú, las nuevas señales leds, símbolos de progreso, y la modernización de locomotoras y material remolcado a lo largo de 110 años de existencia.
Nosotros, los ciudadanos, le debemos al ferrocarril y a los pioneros que con la acción progresista de las industrias, los negocios, y la explosión demográfica de la zona, nos dieron infinitos frutos para las generaciones futuras.
En los años 80, vecinos reunidos en comisión, acuerdan que la fecha de fundación del pueblo será el 15 de mayo de 1911, el día que se libró al servicio de pasajeros a la estación. Sobre el decreto municipal de facto n° 187 del 6 de abril de 1982.
Croquis vagón lechero Midland. Revista “Trenes & escalas” “Tren rodante”
Recopilación Datos y fotos color: Juan J. Cambareri